PNYX
Buscamos a Diceópolis: ¿lo encontraremos en Atenas?
DICEÓPOLIS-.
¡Cuántas veces me he reconcomido el corazón! Pocas, muy pocas, me he alegrado: cuatro. Mis pesares fueron tantos como las arenas de la playa. ¡Ea!, veamos, ¿qué satisfacción tuve digna de gocedumbre. Yo sé lo que vi con regocijo de mi alma: los cinco talentos que vomitó Cleón. ¡ Cómo me refocilé con eso! Por esa acción me caen bien los caballeros. Fue, en verdad, benemérita para la Hélade. Pero, en cambio, sentí un dolor trágico, cuando esperaba boquiabierto a Esquilo y el heraldo pregonó:"Teognis, saca el coro a escena". ¿ Qué vuelco te crees que eso me dio al corazón? Sin embargo, tuve otra alegría, cuando después de Mosco entró Dexíteo a cantar una tonada beocia. En cambio, el año pasado estuve a pique de morir y de quedarme bizco cuando vi a Querios asomar la cabeza para atacar el himno ortio. Pero nunca, desde que me lavo, me escoció tanto el jabón en las cejas como ahora: la asamblea ordinaria estaba convocada para el amanecer, y mirad, la Pnix está desierta. Ellos, charla que te charla en el ágora, esquivan arriba y abajo la maroma almagrada. Los prítanes no llegan sino a deshora, y luego - imagínatelo- ¡cómo se empujan y precipitan los unos sobre los otros para disputarse el primer banco, abalanzándose todos a la vez! El que haya paz no les importa nada.¡Oh! ciudad, ¡oh! ciudad. Yo, sin embargo, llego siempre antes que nadie a la asamblea y me siento. Luego, aburrido de estar solo, suspiro, bostezo, me estiro, me peo, no sé qué hacer, dibujo en el suelo, me arranco pelos, hago mis cuenta, con la mirada puesta en mi tierra, deseoso de paz, aborreciendo la ciudad, añorando mi pueblo, que jamás pregonó"compra carbones, ni "compra vinagre", ni " compra aceite", y ni siquiera conocía eso de "compra", pues por sí mismo producía de todo y no había allí quien te aserrara el oído gritando
" compra". Pero hoy vengo dispuesto sin más a dar voces, a interrumpir, a insultar a los oradores, si se habla de otra cosa que no sea la paz. ¡Tate! ya están aquí los prítanes,
¡a mediodía! ¿No lo anunciaba yo? Ya está: lo que decía. Todo quisque se empuja hacia la presidencia.
ARISTÓFANES. Los acarnienses. 1-41
1 σχόλιο:
Envidia, mucha envidia es lo que nos das.
Espero que los paséis en grande y hagáis muchas, muchas, muchas fotos, para seguir dándome envidia.
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