“caminaba ella cogida de la mano
del dios, el paso embarazado por las largas
vendas de la mortaja,
inseguro, suave, y sin impaciencia.
inmersa en sí misma como en una sublime esperanza.
y no pensaba en el hombre que marchaba delante
ni en el camino que ascendía a la vida.
inmersa en sí misma. y su estar muerta
la llenaba en toda su plenitud.
como un fruto de dulzura y oscuridad,
así estaba ella llena de su gran muerte,
tan nueva que nada comprendía.
vivía, intangible, una segunda
doncellez; su sexo estaba cerrado
como un capullo al atardecer.
y sus manos tan olvidadas
de las nupcias, que incluso el contacto
infinitamente delicado del ligero dios
que la guiaba,
le hería como una intimidad insoportable.
ella era ya raíz. y cuando de pronto,
inesperadamente,
el dios la detuvo y con dolor en los labios
pronunció las palabras: él se ha vuelto,
nada comprendió ella y dijo suavemente: ¿quién?
mas a lo lejos, oscuro delante de la clara salida
estaba alguien de pie, cuyo rostro
no se podía reconocer. estaba de pie y vio
cómo sobre la cinta de una senda
entre los prados,
con triste mirada, el dios del mensaje
daba la vuelta silencioso para seguir
a la figura
que ya desandaba este mismo camino,
el paso embarazado por las largas vendas de
la mortaja,
inseguro, suave y sin impaciencia.”
3 σχόλια:
Vale, Isra, menos mal que no quieres tocar el tema del amor. ¡Precisamente con Orfeo y Eurídice!.Precioso poema.
Dirás lo que quieras, pero estoy de acuerdo con Esther, ¿cambiando el tercio?
Si esto nos da en febrero, ¿cómo estaremos con la llegada de la primavera?
También me ha gustado el poema que propones.
Addenda et corrigenda: Tenéis razón. Nunca debí cambiar mi primera versión del post que era ésta: Siguiendo con el tema del amor... (aunque voy de duro, me han contagiado).
Pero al releerlo, me di cuenta de que no trata del amor: Eurídice no siente, está vacia. Y Orfeo no aparece para nada. Describe el momento de la pérdida de un ser querido (ni eso para Eurídice).
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