13 Μαΐου 2012

ORFEO Y EURÍDICE



 La fábula de Orfeo -Claudio Monterverdi
 ☞ La ópera nació en el Renacimiento al querer revivir la tragedia griega. 
  Inde per inmensum croceo velatus amictu
  aethera digreditur Ciconumque Hymenaeus ad oras
  tendit et Orphea nequiquam voce vocatur.
  adfuit ille quidem, sed nec sollemnia verba
 5 nec laetos vultus nec felix attulit omen.
  fax quoque, quam tenuit, lacrimoso stridula fumo
  usque fuit nullosque invenit motibus ignes.
  exitus auspicio gravior: nam nupta per herbas
  dum nova naiadum turba comitata vagatur,
10 occidit in talum serpentis dente recepto.
  quam satis ad superas postquam Rhodopeius auras
  deflevit vates, ne non temptaret et umbras,
  ad Styga Taenaria est ausus descendere porta
  perque leves populos simulacraque functa sepulcro
15 Persephonen adiit inamoenaque regna tenentem
  umbrarum dominum pulsisque ad carmina nervis
  sic ait: 'o positi sub terra numina mundi,
  in quem reccidimus, quicquid mortale creamur,
  si licet et falsi positis ambagibus oris
20 vera loqui sinitis, non huc, ut opaca viderem
 Tartara, descendi, nec uti villosa colubris
  terna Medusaei vincirem guttura monstri:

    De ahí por el inmenso éter, velado de su atuendo
     de azafrán, se aleja, y a las orillas de los cícones Himeneo
     tiende, y no en vano por la voz de Orfeo es invocado.
     Asistió él, ciertamente, pero ni solemnes palabras,
  5 ni alegre rostro, ni feliz aportó su augurio;
     la antorcha también, que sostenía, hasta ella era estridente de lacrimoso humo,
     y no halló en sus movimientos fuegos ningunos.
    El resultado, más grave que su auspicio. Pues por las hierbas, mientras
    la nueva novia, cortejada por la multitud de las náyades, deambula
10  muere al recibir en el tobillo el diente de una serpiente.
    A la cual, a las altísimas auras después que el rodopeio bastante hubo llorado,
    el vate, para no dejar de intentar también las sombras,
    a la Estige osó descender por la puerta del Ténaro,
    y a través de los leves pueblos y de los espectros que cumplieran con el     sepulcro,
  15  a Perséfone acude y al que los inamenos reinos posee,
       de las sombras el señor, y pulsados al son de sus cantos los nervios,
       así dice: «Oh divinidades del mundo puesto bajo el cosmos,
       al que volvemos a caer cuanto mortal somos creados,
       si me es lícito, y, dejando los rodeos de una falsa boca,
  20 la verdad decir dejáis, no aquí para ver los opacos
      Tártaros he descendido, ni para encadenar las triples
      gargantas, vellosas de culebras, del monstruo de Medusa.

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